MEJORAMIENTO DE LA SALUD

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¡ Su Brujo de Lujo les saluda !

martes, 2 de marzo de 2010

Historia SonríeTe

A finales de los años setenta, estando en peligro mi vida por un problema del estómago que había padecido durante mucho tiempo, seguí los consejos de mi abuela materna y me fui a visitar a un yerbero famoso avecindado en Cd. Valles, en la Huasteca Potosina. Mi abuela me recomendó a Don Carlos Gutiérrez después de seguir con él múltiples tratamientos, entre los que se encontraba la extracción de toda la dentadura –lo único bueno que tenía, según ella- y la ingesta de tés a base de hierbas milagrosas de la Huasteca. Así fue que Don Carlos curó por fin la artritis que había sufrido durante largos años.

La aventura de la abuela me llevó a aceptar su sabiduría y a iniciarme en la cultura de curación de nuestro estado natal, San Luís Potosí. Desde entonces, llevo el legado de su lenguaje de pueblo como rescoldo brillante y reconozco en él una forma suprema de convivencia entre nosotros, lo que mesmamente apreciarán a lo largo de mis escritos.
No sé por qué pero cuando Don Carlos, este extraordinario personaje, me conoció por primera vez, me hizo un doble ofrecimiento: en primer lugar, la posibilidad de mi curación; en segundo, aprender a su lado para dedicarme como él a la curación con hierbas. No lo pensé dos veces ya que mi vida estaba en entredicho, y aunque había concentrado mi actividad tanto administrativa como académica en la Universidad Nacional y en la pasión que siempre me ha despertado, -lo cual me llevó a conocer a dos insignes maestros-, logré darme tiempo para otra vivencia igual de intensa practicando mis nuevos conocimientos para volverlos junto con la iridología - que después aprendí a practicar- la piedra angular de mis métodos para recuperar la salud.

Al entender la simbiosis cultural de lo que estaba por venir y sintiendo la recuperación completa, mi horizonte mental se amplió y sin descuidar la impartición de clases, pude aplicarme plenamente a lo que sería mi principal ocupación en el futuro: el mejoramiento de mi propia salud y de la de mi comunidad. El comentario de la abuela Chucha al alimón fue: Ojo con los retobones; en mi pueblo había una tumba que decía “Aquí yace uno que estando bien, quiso estar mejor” y sí, de veras como dan lata los retozones, pero en fin, hay cosas que no nos caben en el juicio, volvería a decir ella.

El echarme a andar por esos nuevos caminos implicó adentrarme en el mundo complejo e insospechado de la mente humana inmersa en la noche obscura de enfermedad, pero gracias a los consejos de grandes personajes que tuve la suerte de conocer y que en vida fueron mis maestros: Iván Illich† (pensador), Jorge Cortés Obregón† (UNAM), Alejandro Cadaval† (UNAM), Pedro Cabrera† (UNAM), Jerry Lynch† (iridólogo gabacho), Marcelo de la Cueva† (maestro del ayuno) y Fernando González Parra (periodista), llegué a entender como transformar esas tristes noches en amaneceres de esperanza.
El principio de la curación por medio de las hierbas de nuestros antepasados estaba dado, lo más importante era poner en valor los conocimientos de las mezclas de los tés de la Huasteca en una cultura metropolitana tan complicada como la de la ciudad de México, donde resido. Así, en la “Noche Oscura” (canción grupo inglés Deep Purple que se volvió himno de la generación del '68) ya tenía prendida una llamita que de pronto se volvería fogata, en ocasiones ascua, pero que siempre serviría de guía para mucha gente que desde entonces conozco. Lo mejor de mi decisión vital es que entre esta gente están incluidos todos los mejores amigos que he tenido en mi vida .